UNO PUEDE NEGARSE
Hoy he decidido desatenderme de mis hormonas. No me importa si están o no están. No puedo permitirles que me controlen, que me depriman, que tomen por asalto mi cuerpo y sus relojes, que cambien el ritmo y el tiempo de mi vida. Proclamo que es posible negarse a ser cómplice del mecanismo que, sin ningún pudor, amenaza con trastocarlo todo, con la emboscada que nos mutilará para convertirnos en seres asexuados, acalorados, estériles y sin oficio. Declaro que uno puede negarse a ser custodio apacible de un cuerpo que decide que es de noche cuando apenas el día traspasa los resquicios de la dilapidada juventud. No me vencerán estos humores jugando en mis ovarios, subiendo y bajando como si yo fuera un parque con columpios. No dejaré que mi sangre sucumba y se crea la historia de cronómetros voraces royendo los pilares de la vida. La mente, clamo, la mente pionera, reguladora, tendrá que mantener su posición en esta guerra contra la morta - lidad. Así diseñaré mi estrategia. Meditaré, pensaré, tomaré fósforo, comeré pescado, vitaminas. Haré un círculo de hierro con mis pensamientos, visualizaré mi querer, mi ser, hasta que mi cuerpo se rinda, hasta que las hormonas dejen sus escondrijos y decidan de nuevo inundarme, hacer casa en mí para siempre y como siempre.